Resumen
El acoso laboral ha estimulado numerosas investigaciones en el campo de la salud ocupacional. Un objetivo frecuente es la identificación de conductas manifiestas de violencia psicológica como recurso para diagnosticar el acoso, un complejo proceso sociopsicológico y subjetivo que tiene lugar en contextos organizacionales y que está vinculado de diversos modos con la salud mental. La exposición sistemática al mismo es causa de trastornos mentales. En su quinta edición, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales patologizó conductas que antes eran consideradas normales. La sobrepatologización ocurre cuando se subestiman los recursos naturales de las personas para recuperarse de conflictos y perturbaciones leves, lo que aumenta la probabilidad de que personas normales sean consideradas mentalmente enfermas. En el acoso laboral, el especialista en salud mental enfrenta una paradoja: en lugar de beneficiar a su paciente, puede contribuir a empeorar su situación. A primera vista, la patologización, e incluso la sobrepatologización, siempre tiene un papel protector al reducir o evitar la exposición de la víctima a la violencia proveniente de otras personas. En realidad, un objetivo del proceso de acoso pudiera resultar apoyado. La víctima deviene paciente de salud mental “certificado” y rotulado, y adicionalmente es separado del trabajo, al menos temporalmente, lo que es un propósito común de la agresión. Los especialistas debieran estar conscientes de esta paradoja y evitar colocarse en el lugar equivocado. Más que patologizar al trabajador acosado, las consecuencias para la salud mental del acoso psicológico laboral debieran ser patologizadas como una enfermedad profesional, tal como ha recomendado la Organización Internacional del Trabajo.